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El ABC de la redacción web


Al plantear un proyecto web se presta mucha atención al diseño, la programación, la usabilidad, e incluso la arquitectura de información. Todo eso está muy bien. El problema llega cuando detrás de todo ese trabajo no hay unos textos y contenidos de calidad. Digamos que hemos fabricado un gran coche, pero lo abastecemos de un combustible inadecuado. El coche no rendirá correctamente y, lo peor, no aguantará muchos kilómetros en la carretera.


Para explicarlo mejor, hemos formulado un humilde método: el ABC de la redacción web.


A) Adaptación.

B) Beneficio.

C) Consumidor.


A) Adaptación al medio.

La presencia de una empresa/marca en el mundo virtual continúa una estrategia de negocio iniciada en el mundo real. Eso supone adaptar esa filosofía empresarial a la web, teniendo en cuenta el lenguaje y hábitos del internauta. La labor de un redactor web es generar contenidos más accesibles y rápidos de consultar, en definitiva, más usables para Internet. Textos cortos pero precisos, que sinteticen la idea clave y sigan las técnicas de lectura rápida (escaneo) del internauta.


B) Beneficios a comunicar.

¿Qué información busca nuestro cliente al acudir a nuestra web?

¿Qué necesidades del usuario satisfacemos a través de ella?

¿Quién y cómo es el usuario? ¿Por qué elegirá nuestra oferta?

Estas son algunas de las incógnitas que resolverá un redactor profesional, capaz de documentarse sobre nuestro producto, con el fin de comunicar las características y beneficios (funcionales y/o emocionales) para el usuario. La mano de un especialista en redacción se traducirá en fidelidad, visitas y confianza en la marca.


C) Conexión con el Consumidor.

En Internet imperan, con abrumadora mayoría, los contenidos textuales. Es a través de palabras —keywords— que reflejan las necesidades del usuario, como conectamos con él. Los contenidos web deben crearse pensando en sus necesidades, es decir, teniendo en cuenta las palabras clave que el usuario introduce en un buscador para obtener información sobre un producto o servicio. Y es que una misma marca puede dirigirse a dos públicos diferentes, por ejemplo: cliente final y mayorista. El cliente final tiene una necesidad personal e inmediata; mientras el cliente mayorista tiene una necesidad profesional y estratégica. Cada uno buscará una información diferente en la web de esa empresa. En definitiva, cuando se escribe para la web es porque queremos ser encontrados. Para eso, debemos pensar y hablar como nuestro público.


En tres frases...

Necesitamos contenidos:

1. Alineados con los objetivos del site.

2. Que muestren los beneficios que aporta nuestra marca.

3. Que hablen el idioma del usuario.